viernes, 12 de junio de 2015

Chica de Oro - Capítulo 5 - Los 12 Sonidos

"Con lo que dicen del amor y las canciones, no se como vivir". Suena Cosmo en mis oídos, hago mía la frase y la escribo en un papel . Me pongo los lentes y salgo al sol. Descubro que al principio de la canción hay una voz casi robótica que anuncia el clásico "Un, dos, tres" y me lleva al mejor regalo que haya tenido de niño. Una pistola con 12 sonidos diferentes de disparo. Ninguno convencional. Todos muy de película de ciencia ficción. Fue un regalo de Los Reyes Magos. No recuerdo si pedí eso pero estaba bien. La economía familiar en ese momento no entendía de pedidos especiales y nosotros, a pesar de ser niños, también lo entendíamos y nadie decía nada. Así que ahí estaba mi regalo. Debía pensar que tenía regalo y con eso me bastaba. La caja solo decía: "Pistola de 12 sonidos". Y para mí era uno más fantástico que otro. Le disparaba a los perros para que se asusten, a mis hermanos,a los pájaros. Era, digamos, una pistola moderna. Blanca y roja, con algunas luces. Con el tiempo se fue deteriorando, pero la seguí usando encintada y hasta con Poxipol.
Cruzo la plaza y la veo a lo lejos. Chica de Oro me sonríe y acomoda sus cuadernos. El pelo al sol se le vuelve mas claro. Mueve las manos como si tuviera calor. Recién salió de su clase de francés y tiene el acento fresco. Nos sentamos al pasto y tiene mucho para contar. Me gusta. Pasa una conocida y nuestro saludo es bien primaveral, sentados entre flores, con un copo de azucar en la mano. Somos el pop en pinta. Tiene puesto un cardigan gris y unas zapatillas en un celeste bebe que nunca se las había visto. Me cuenta que las compró en Brasil. Que las fundió allá y sin querer hoy las encontró. Abajo, una remera bien vintage. La misma que llevo el día que nos empapamos caminando por la Escollera Norte. Se largó a llover como llueve acá en la ciudad. Poquito tiempo y fuerte. Y como ya estábamos empapados, nos dedicamos a caminar. Ese día Llevaba también una mochila de niña y alfajores para el camino. Antes, nos habíamos perdido en una librería, como nos gustaba hacer cuando estamos juntos.
Nos reímos un poco de la desatención que tuvimos en un bar hace unos días. Esos bares que tienen mozos con cortes de pelo raro, pero que de atención entienden poco. Por suerte, entiendo lo básico del tema. Tal vez sean buenos en otra cosa, pues alguien debería sugerirles que hagan lo que les gusta. ¿Acaso los dueños de los bares piensan que un corte de pelo raro vende mas?. Martín alguna vez, con una cerveza en la mano, fijó la posición de que mozo con corte de pelo raro, atiende mal. Me dice que mi corte también es algo raro. Pero me río y le miento que soy la excepción. Me palmea y se ríe. Porque Martín es de los amigos que palmea con una sonrisa. Asi, medio eléctrico, como es él. Con su amor incondicional por Jaz a cuestas.
El sol está lindo pero debemos irnos, entonces me dice que esperemos porque quiere darme un abrazo. Me susurra en frances al oído y me abraza.
Siento como si ese trajín de sensaciones invernales hubiera sido una broma de mal gusto. Que estuvimos escondidos todo este tiempo para vernos con mas ganas. Pero todo lo anteriormente extraño trajo cosas buenas también y no debo ser ciego.
Pude ver que soy mas amigos de mis amigos, y que ellos fueron mas amigos todavía en el momento que ella se fue. Que algunas personas me desilusionaron, incluso ella también. Fue en abril. Raro, porque todos festejan los abriles y el mío no fue de festejo. Que Malén es de la raza de mujeres fuertes y bellas. Que una persona en la que yo confiaba mucho resulto ser la mas superficial del mundo, tal como mis amigos lo habían advertido.Que mi hermano ya no es mi hermano sino muchas cosas mas. Tal vez mi lazarillo, pero no quiero que sienta la presion de ese título. A veces me gustaria compartir mas con el pero nuestros horarios son bastante complejos.
Decidimos quedarnos un poquito mas y me pregunta por mi padre. Le digo que esta mejor. Hace unos días murió su hermano y tuve que darle la noticia. Nunca había dicho algo asi. Tampoco se porque tuve que hacerlo yo. Al darle la noticia lo vi chiquito. Y eso que mi viejo es un tipo grandote, de los serios pero sin bigote. Por un momento cambiamos los roles, tal como a el le gustaría. Sobrio con la ropa, hablando como hablo en mi trabajo. Y yo lo vi sentado ahí en mi departamento. Recibiendo todos los sonidos juntos, con las zapatillas tenis de todo hombre grande. Haciendo como que nada le dije por el orgullo de no soltarse delante mío.Pero no le reprocho. Uno se suelta con quien se siente cómodo. Mi casa se volvió fría, silenciosa. Se paro frente al ventanal y miró hacia afuera buscando una respuesta. Yo me que de atrás de él. Le dije que todo estaría bien y que deberíamos sacar su pasaje ahora para que pueda despedirlo. Sus únicas palabras fueron, " Vamos al médico". Bajamos la escalera despacio y el momento fue tan tenso que hasta el eco de nuestros pasos nos ponía mas incómodos todavía.
Si bien nuestra relación es estable, no nos llevamos como deberíamos, creo. Si bien que sigamos creciendo nos esta jugando a favor, distinto es el tema con mi madre. A veces pienso que ella hubiera sido la mujer ideal de muchos, tal vez todos. Pero mi viejo tuvo la suerte que sea la de él. Nunca logre que entendiera de que a mi edad, el vivía en otra época. Con todas las virtudes y consecuencias que eso conlleva. A veces me reclama cosas que nunca voy a ser. No voy a ser porque no las siento.Y no hay nada peor que hacer cosas sin sentirlas.
Por eso en invierno sentí que era la ultima vez que debía escribirle. Y sin intenciones ni quererlo, despertó. Y Chica de Oro escribió cosas que nunca pensé. Y yo le pase algo de lo que había escrito sobre ella. Nada era bueno, pero decidí mandárselo. Tardó unos días en contestarlo. Tal vez la digestión de las palabras tarden un poco más. Le cuento a Loló a la distancia y me dice que si, que lo haga. Que me guarde las palabras que le dije. Que ella seguiría haciendo de cuenta que nunca las escuchó. Que ahora la tengo sentada al lado y disfrute. Me dice que ahí tengo las palabras que quería leer y ahora puedo escuchar. Que las aproveche. Que me guarde bien adentro, en el costado izquierdo el "Volví por vos". Que la escuche. Que escuche sus 12 sonidos.

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