miércoles, 1 de marzo de 2017

Rubén, el cheto

-Me pego por puto. Por puto y por -pobre me dice mientras se toca la cara en busca de donde están los golpes más certeros -. Ese es el Rubén, el de la camioneta blanca que esta ahí. Bah, en realidad lo conozco por Yamila, pero sé que llama Rubén. Ya es la segunda vez que me pega, pero se la tengo jurada y lo voy a cagar bien a trompadas. Todo porque tiene plata, nos pega a un par. No solo a mí.
Le pido que se levante y se tranquilice. Rubén, que apenas había avanzado unos metros, frena la camioneta a mitad de cuadra, abre la puerta y grita algo. Mientras me agarra del brazo para levantarse, meto la mano en el bolsillo del saco y le doy unos pañuelitos descartables para que pueda secarse la sangre que empieza a salirle de la nariz. Estoy algo nervioso, no sé qué puede hacer ese tal Rubén, si dar la vuelta a la manzana en la camioneta y seguir el bardo o que.
Del brazo la llevo a la garita del Ko Ko y la hago sentar. Desde la esquina nos miran unas cuantas personas que están fuera de la funeraria tirándole agua con una botella a un nene en pañales que está sentado en la vereda en esta que noche derrite las calles.
Le pregunto si acaso quiere ir hasta el hospital que está enfrente a que la vean o al menos a contarle lo que le pasó al policía que está en la puerta.
-¿Vos te pensas que el policía me va a ayudar?. Soy puto y estoy cagado a trompadas. Esos no ayudan a nadie.
Pregunta que hago de traje a las 10 de la noche. Le digo que recién salí del laburo. Que si, que es raro, pero me gusta lo que hago. Quiero saber a dónde va o al menos si va a estar bien. Me quedo sentado en la garita mientras se acomoda la remera y busca maquillaje en el bolso. Le cuento que por esta esquina nunca me gusta pasar y que ella me lo acaba de confirmar con lo que le pasó. Esta ciudad de noche se pone medio pesada. Me da la razón mientras prende un Virginia Slim y va a cargar la Sube rengueando al kiosco de mitad de cuadra. A su vuelta me convida y le digo que no, que a esos puchos solo los conozco, creo de una canción de Estelares, cuando me gustaban, de la época de Ardimos. Saca de la cartera unas flores y quiere dármelas por la ayuda. Le vuelvo a rechazar, me duele la cabeza, hoy el laburo fue una mierda y solo quiero llegar a mi casa a dormir. Y antes que eso mandarle un mensaje a Flora diciéndole que tiene que escuchar el estribillo que tengo que estoy seguro que le va a gustar.
Riéndose, me dice que unas flores o un porro no se le rechazan a nadie. Le digo que si no hiciera lo que tengo ganas, sería igual a todos. Nunca quise ser igual a todos, de pendejo siempre me pareció re aburrido.
Mientras para el Ko Ko, se da la vuelta y me saluda. Cuando empieza a subir, me dice que tengo razón, que ella nunca quiso ser igual a todos.
-¡Yo siempre quise ser mina, nene!.
El bondi aguarda en el semáforo y sigue su camino con ella sentada en el primer asiento.