viernes, 23 de octubre de 2015

4:37 AM

No quería poner hoy la cabeza en la almohada sin antes avisarle que estos últimos días me ha tratado mal. Que me ha enrarecido. Que si bien me siento cómodo muchas veces en ese estado, en el que empiezo a mutar y resguardarme en la música y los libros, esta vez me está costando. Que la espera se me esta haciendo larga y cada vez habla menos. Que el tiempo puede dilatar decisiones, especialmente de ella, que en algún momento estuvieron más que firmes. Que eso es un temor que me ha entrado en estos días. No es que quiera caer en papel de víctima, ese es un papel que le ha quedado cómodo a lo largo de los años a mi hermana, eso debe quedar claro. Esa rareza me hace mostrarme tal cual soy. Mis partes que no han sido alteradas quedan al descubierto. Me gusta. Las noches se hacen largas y los cafés se vuelven fríos esperando las respuestas de mi amigo invencible desde Murcia. Mi casa se llena de papeles y hablar solo con la gente que aprecio me vuelve poco amable pero íntimo a la vez. A esa hora se charlan cosas puntuales.
No le conté que este fin de semana iré a ver a Viva Elástico y que me hubiera encantado invitarla. Que iré junto a mis amigos y algunos chicos del trabajo. Pero no siente cómoda con esos climas todavía. Le gusta un poco mas estar escondida, todavía a esta altura. Entonces en estos días seguramente le cuente que canté "El dato" en modo de declaración hacia ella, que a "Oh viernes!" lo siento muy nuestra y que sólo haré una pausa y dejare de pensarla cuando suene "Yo te quiero más" porque me lleva a sin escalas a María Elena, la de las siglas que llevo tatuadas en mi nuca.
Esas cosas quiero decirle, no mucho más. El resto ya lo sabe y lo tiene bien claro. Por eso me corta con un "ya lo sé" cuando intento recordárselo. El mismo modo que yo la corto cuando ella me dice que me volveré viejo antes que ella.
Anoche me despertó con un abrazo. Prendí el velador y la ví sonreír. Me dí cuenta de mi error y de mi acierto. Que bueno fue haberla invitado a que se quede a dormir, ese es mi acierto. Que error no habérselo propuesto antes. Su sonrisa a las 4:37 de la mañana no pierde frescura. Me invade y me reinventa de madrugada. Mi veda terminó. Mi cabeza deja a empezar a disfrutar esto. Tengo ganas de apretar mi puño. Mi señal de victoria. Pero rompería el momento. Se reiría. Se ríe cuando hago eso. Entonces hago lo único que me sale y lo mejor que me ha salido estos últimos días. Dejarnos ser. Esta vez en la noche. Se acurruca a mi lado. Su pelo me roza. Y no hay nada que iguale esto. Nada de lo que da vueltas por ahí. No hay selfies, tweets, acciones forzadas o personas plásticas que le hagan sombra a este momento. Esto debe ser empezar a pensar en alguien. Que ese alguien sea ella. Miro a mi costado y no cuelga en mi habitación mi remera de Morrisey, pues la tomo prestada para dormir. Entonces si, que lindo que sea ella. Creo que también debería decirle eso.

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